Turismo en Milán

Milán es una ciudad que, al lado de otras ciudades italianas más monumentales, queda relegada a un segundo plano del turismo y se le da menos importancia para el viajero de lo que parece.

Sin embargo, nadie le discute la supremacía económica e industrial en Italia y, ya a nivel europeo, es una de las grandes referencias del mundo del diseño y la moda. Esto supone que, al hablar de Milán, debemos tener en cuenta que nos encontramos en una gran ciudad, con mucho movimiento en sus calles y una animada vida comercial y de ocio.

La Piazza del Duomo es el punto central de la ciudad, tanto geográfica como turísticamente hablando. Es un cruce de caminos entre las diferentes partes de Milán y, además, concentra los principales atractivos para el viajero de toda la ciudad.

Como su propio nombre indica, la plaza está dominada por el Duomo (la Catedral), con su impresionante fachada caracterizada por la abundancia de pequeños pináculos con gran cantidad de decoración. El edificio del Duomo de Milán en sí es imponente por fuera, aunque no lo es menos por dentro, con una enorme nave central con cuadros y techos recargados y unas impresionantes vidrieras de colores.

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El Duomo es uno de los lugares más habituales de visitar al hacer turismo en Milán

Se puede tener una vista global del centro de la ciudad de Milán y de la Piazza del Duomo desde su tejado, al que se puede subir por escaleras o ascensor desde uno de los laterales de la Catedral. Desde allí podremos ver la plaza, siempre frecuentada por turistas y milaneses de paso, y podremos contemplar la parte central de la ciudad, compuesta por muchas calles estrechas que se van organizando en círculo alrededor de la plaza principal de la ciudad.

Turismo en el Milán de la moda y las compras

En la misma Piazza del Duomo, nos encontramos con otra de las estampas típicas de la ciudad de Milán: la Galleria Vittorio Emanuelle II, que tiene una de sus entradas en la parte norte de la plaza, bajo un llamativo arco. La galería está formada por dos pequeños callejones cubiertos que se cruzan, con una pequeña plaza central cubierta por una cúpula acristalada. No es excesivamente grande, las dos calles que se cruzan apenas tienen una longitud de 200 metros cada una, pero la arquitectura de los edificios que la forman, los materiales utilizados, la elegancia de los techos y las pinturas que se pueden apreciar en algunos de ellos hacen que esta pequeña galería comercial tenga un sabor muy especial para los amantes de las compras en Milán.

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Milán es un auténtico paraíso para los amantes de las compras, siempre que estos dispongan de un nivel adquisitivo alto. La Galleria Vittorio Emanuelle II alberga a algunas de las muchas tiendas de lujo que hay en la ciudad, así como a muchos restaurantes de alta calidad, pero es sólo una pequeña parte que sirve como introducción a las muchas que se encuentran en las zonas de San Babila y Montenapoleone, al norte de la Piazza del Duomo, en lo que se ha dado en llamar el Quadrilatero d’Oro.

Pero antes de entrar a explorar las calles de una de las zonas comerciales más caras del mundo, conviene pasar por la Piazza de la Scala, donde se encuentra el teatro de ópera, uno de los más conocidos en todo el mundo y símbolo principal de la vida cultural de la ciudad.

El Quadrilatero d’Oro se diferencia de otras grandes zonas comerciales de lujo del mundo por las calles que albergan las tiendas. Si en otras ciudades, los establecimientos de lujo están situados en grandes avenidas, en Milán lo hacen en una serie de calles estrechas situadas al norte de la zona del Duomo, en cinco o seis manzanas comprendidas entre la Via Monte Napoleone y la Via della Spiga. Olvidémonos, por tanto, de las grandes aceras y de las grandes zonas de aparcamiento –Milán es, por lo general, una ciudad con gran abundancia de tráfico y contaminación y esporádicas restricciones a la circulación- para pasear tranquilamente por aceras estrechas en las que el detenernos delante de un gran escaparate puede formar un tapón en la acera. Calles estrechas en las que nos encontramos con grandes nombres de la moda como Gucci, Prada, Dolce & Gabbana o Armani, entre otros.

“La última cena” y el Parco Sempione

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Al oeste de la zona del Duomo, aunque no demasiado lejos, nos encontramos con el Parco Sempione, el gran parque y pulmón del centro de la ciudad, dominado por las vistas del Castello Sforzesco– en el extremo sur- y del Arco della Pace –en el extremo norte-, como punto de transición entre el centro de calles estrechas y barrios más modernos, con avenidas anchas y calles largas y rectas. El parque es el mejor lugar para descansar o relajarse después de un paseo en la ciudad y, si se quiere completar con una visita a las exposiciones temporales del castillo, se puede pasar una mañana o una tarde muy agradable.

El Parco Sempione está en el camino para llegar a la iglesia de Santa Maria delle Grazie, que no es especialmente famosa por sí misma, sino por albergar en una capilla lateral una de las grandes obras de Leonardo da Vinci, “Il Cenacolo” o –como se la conoce en español- “La última cena”. Una obra de arte tan imprescindible en la visita a la ciudad como difícil de visitar, con accesos restringidos y grupos de visitas muy reducidos y estrechamente controlados.

El Duomo, las zonas comerciales y algunas muestras artísticas son los grandes atractivos del centro de Milán, pero no los únicos. En el centro de Milán podemos encontrar también museos como la Pinacoteca de Brera, con obras de artistas como Tiziano, Tintoretto el Veronese o Caravaggio o la Pinacoteca Ambrosiana.

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Otros atractivos turísticos de Milán

Fuera de él, Milán es una ciudad más ordenada y tranquila, marcada por amplias avenidas y calles rectas y en cuadrícula. Un ambiente más urbano y quizá poco excepcional para el viajero que lo visite, pero cómodo para el paseo y para descubrir un poco mejor cómo es la vida cotidiana de los habitantes de una de las grandes ciudades de Europa.

A cierta distancia del centro nos encontramos con algunos lugares de interés práctico o turísticos. En los últimos años, se ha puesto de moda la zona de Navigli, en el sur, estéticamente algo fea y con una reputación no muy buena en el pasado, que hoy ha resurgido gracias a un canal principal alrededor del cual han encontrado acogida algunos excelentes restaurantes, anticuarios y tiendas de libros. Sus proximidades son también un buen lugar, también, para disfrutar la vida nocturna de Milán.

Al norte del centro histórico, no lejos del Quadrilatero d’Oro nos encontraremos con el parque de los Giardini Publici, que cuenta con la interesante Galleria d’Arte Moderno; y, un poco más al norte de ésta, aparecerá la gran estación central, imponente edificio de principios del siglo XX que sirve como gran centro de conexión de la ciudad con el resto de Italia y con los aeropuertos cercanos.

Y, para los aficionados al fútbol, Milán también es uno de los grandes destinos europeos. Lo ideal es poder asistir a alguno de los partidos del Milan o del Inter en el estadio de San Siro, pero si las fechas del viaje no coinciden con los partidos, siempre se puede matar el gusanillo con una visita al estadio y al museo.

Milán parece, en definitiva, una ciudad turísticamente infravalorada, quizá no demasiado rica en puntos de interés para el viajero, pero que los que tiene son interesantes y sorprendentes para quien la visita. La visita del Duomo es imprescindible y hay que incluirla por derecho propio entre las grandes catedrales de Europa, así como lo es el fresco de “Il cenacolo” de Leonardo da Vinci. Pero, además, Milán cuenta con el atractivo de su rica vida comercial, su carácter urbano y cosmopolita y de todo el atractivo gastronómico y de hospitalidad de Italia.